
Pedro José Domingo de la Calzada Manuel María Lascuráin Paredes, conocido como Pedro Lascuráin, ostenta un récord peculiar en la historia política mundial: el de haber ejercido el cargo de presidente por el periodo más breve registrado, aproximadamente 45 minutos. Su vida y legado, sin embargo, abarcan mucho más que este insólito episodio. Este artículo explora su trayectoria desde sus inicios hasta su legado, ofreciendo una visión integral de su contribución a la historia de México.
Pedro Lascuráin nació el 8 de mayo de 1856 en la Ciudad de México, en el seno de una familia acomodada y políticamente activa. Desde joven, mostró un gran interés por el derecho y la política, lo que lo llevó a estudiar en la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Se graduó con honores y rápidamente se ganó un nombre como abogado respetado y como académico, dedicando parte de su vida a la enseñanza del derecho.
Antes de su breve presidencia, Lascuráin tuvo una carrera política y judicial notable. Se desempeñó en varios cargos públicos, incluyendo el de juez en la Ciudad de México. Su integridad y competencia le ganaron el respeto de sus contemporáneos, lo que eventualmente lo llevó a ocupar el cargo de Secretario de Relaciones Exteriores bajo el presidente Francisco I. Madero, un puesto que desempeñaría en tres ocasiones distintas, demostrando su lealtad y compromiso con el gobierno maderista.
El 19 de febrero de 1913, durante la Decena Trágica, un golpe de Estado contra el presidente Madero culminó con la renuncia forzada de este último. De acuerdo con la Constitución mexicana de aquel entonces, el Secretario de Relaciones Exteriores era el siguiente en la línea de sucesión presidencial si el presidente y el vicepresidente renunciaban. Así, Lascuráin asumió la presidencia de manera interina.
Sin embargo, su mandato fue diseñado para ser efímero desde el inicio. Lascuráin asumió el cargo con el único propósito de nombrar a Victoriano Huerta como su Secretario de Gobernación y luego presentar su propia renuncia, lo que permitió a Huerta ascender a la presidencia de acuerdo con la línea de sucesión. Este acto es visto por muchos historiadores como una mera formalidad legal que facilitó el golpe de Estado y la usurpación del poder por parte de Huerta.
Tras su presidencia, Lascuráin se retiró en gran medida de la vida pública y política, regresando a su práctica legal y a la docencia. Falleció el 21 de julio de 1952, a la edad de 96 años. A pesar de su breve paso por la presidencia, Lascuráin es recordado por su integridad y por su papel como uno de los precursores del derecho en México. Su carrera destaca la complejidad de la política mexicana durante la Revolución y sirve como un recordatorio de los tumultuosos cambios de poder que caracterizaron esa era.
La presidencia de Lascuráin, aunque apenas un susurro en el tiempo, marca un capítulo intrigante en la historia de México. Su legado, más allá de la anécdota de su corta presidencia, refleja la dedicación a la ley y al orden en un periodo de gran turbulencia política.





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